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Princesa de mar. El Pacha III, la “joya náutica” de Carolina de Mónaco tiene nueva capitana

En el corazón del Mediterráneo, cada verano resurge una joya náutica cargada de historia, lujo y recuerdos imborrables: el Pacha III, el yate de la princesa Carolina de Mónaco. Esta embarcación, que hoy navega bajo el timón de su hija menor, la princesa Alexandra de Hannover, es mucho más que un barco: es un santuario emocional que guarda los ecos de una historia de amor truncada y de una tradición familiar que se resiste al paso del tiempo y atraviesa generaciones.

El inconfundible Pacha III, en altamar

Antes de convertirse en el emblema flotante de la familia Grimaldi, el Pacha III tuvo una vida intensa bajo otros nombres y con otros propietarios también famosos (y poderosos). Los más destacados fueron el empresario Jean-Louis Renault, heredero del imperio automovilístico francés, y el célebre pintor expresionista Bernard Buffet, quien lo utilizó como refugio creativo en sus años de mayor fama. Cada uno de ellos dejó su impronta en la embarcación, que fue adaptándose a los gustos y necesidades de sus sucesivos propietarios. Hasta que en1989 fue adquirido por Stefano Casiraghi, quien lo restauró por completo para regalárselo a su esposa, la princesa Carolina de Mónaco

Construido por el prestigioso astillero británico Camper & Nicholsons, especializado desde 1782 en embarcaciones de lujo, el Pacha III fue botado en 1936 con el nombre de Arlette II, y a lo largo de las décadas también se lo conoció como Briseis, Cardigrae V y Priamar. <Con sus 36,24 metros de eslora, 5,6 de manga y un casco de acero reforzado con cubierta de teca, representa una obra maestra de la ingeniería náutica clásica. Propulsado por dos motores diésel Caterpillar, alcanza una velocidad máxima de 13,5 nudos y puede alojar cómodamente a nueve invitados y siete tripulantes. Tiene un gran salón, cocina, cuatro camarotes y una suite principal.

Amor a primera vista

La historia entre Carolina de Mónaco y el Pacha III comenzó con un flechazo inesperado en el puerto de Mónaco. La hija mayor de Raniero lo descubrió amarrado y quedó profundamente cautivada por su silueta y su aire nostálgico. Su esposo, Stefano Casiraghi, notó el entusiasmo de Carolina y, decidido a cumplirle un sueño, adquirió el yate en 1989 por una suma millonaria. Lo restauró por completo y encargó el rediseño de su interior al afamado decorador francés Jacques Grange. Hoy la nave evoca el glamour de los años 30. Por último, Casiraghi rebautizó al barco como Pacha III, un acrónimo de los nombres de sus tres hijos: Pierre, Andrea y Charlotte. El regalo no solo fue una muestra de amor a Carolina, sino también la promesa de una vida compartida en alta mar… que se vio truncada apenas un año después con la trágica muerte de Casiraghi en una carrera de lanchas

El sueño de recorrer el mundo juntos embarcados se quebró trágicamente en octubre de 1990: Stefano falleció en un accidente durante una carrera de lanchas en Saint-Jean-Cap-Ferrat, a bordo de una lancha Pinot que chocó con una ola a más de 150 kilómetros por hora. Tenía solo 30 años. Carolina, devastada, reformó el barco como homenaje a su gran amor, invirtiendo más de 3 millones de euros en una nueva pintura, mobiliario a medida y mejoras técnicas.

Desde entonces, el Pacha III se convirtió en un refugio flotante para Carolina y sus hijos. En él han pasado veranos inolvidables, lejos del protocolo y cerca del mar. Con los años, el barco ha sido testigo de nuevas etapas familiares: se la ha visto a bordo con Ernesto de Hannover, su tercer esposo, y ahora lo disfruta con todo su clan, donde ejerce de orgullosa abuela

Nueva capitana

La princesa Alexandra de Hannover, hija de Carolina y Ernesto, ha tomado el relevo en el uso del Pacha III: a sus 26 años, navega por el Mediterráneo junto a su novio Ben-Sylvester Strautmann, el joven de origen alemán con quien mantiene una relación desde 2016. Se conocieron cuando ella tenía 17 años y desde entonces forman una de las parejas más estables del entorno royal europeo.

Ben-Sylvester, exjugador de baloncesto semiprofesional, estudió en el Lycée Albert I de Mónaco y luego en Milán, y actualmente está vinculado al mundo empresarial. Aunque mantienen un perfil bajo, su relación es bien vista por la familia Grimaldi y no es raro verlos juntos en eventos oficiales como el Baile de la Rosa o el Día Nacional de Mónaco. Desde hace meses, suenan rumores de una boda inminente.

El Pacha III no es solo un yate de lujo. Es una cápsula del tiempo, un testimonio flotante de la historia de los Grimaldi, y un recordatorio de que, incluso en medio del esplendor aristocrático, hay historias profundamente humanas que navegan entre las olas.

​Alexandra de Hannover navega por el Mediterráneo junto a su novio, Ben Sylvester  

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