17 julio, 2025
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Protagonizó una de las polémicas más recordadas, irrumpió en la TV y a 10 años de su muerte se le cumplió su deseo

Cómo no recordar los célebres latiguillos que identificaron a Guillermo Nimo durante sus épocas de “Crítico Número 1”, como él mismo se definía con orgullo: el “Por lo menos, así lo veo yo”, el “exceccional”, el “sic, sic” (para terminar y reafirmar una idea) el “Asesor Pirincho”, sus “perlas blancas y negras” (con las que endiosaba o defenestraba con comentarios al hueso, fiel a su estilo, a un protagonista del fútbol).

Ni hablar de su vestuario con esos impactantes trajes a rayas, las corbatas fulgurantes, y coqueto como era, rematando todo ese look extravagante con otro clásico en él como gemelos, pulseras, su infaltable boquilla, todo en oro, sumado a los anillos de brillantes que solía lucir en sus manos.

Con el correr del tiempo parecía otro, pero era el mismo Guillermo Nimo, porteño de nacimiento e hijo único que tuvo todo lo que quiso. Si pedía una bicicleta, una pelota o un juego lo tenía enseguida. Solía recordar que sus padres, ella ama de casa y él empleado del Jockey Club, le daban todos los gustos: “Lo que quería lo tenía”. Le encantaba imponer un estilo con su vestimenta: “Eso lo heredé de mi viejo que siempre estaba impecable”.

Una vida marcada por la noche y el arbitraje

Estudió en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y el fútbol lo atrajo desde muy joven, llegando a ser arquero en las divisiones inferiores de GEBA y en la Reserva de Huracán. Su ídolo en el arco era nada menos que Amadeo Carrizo, pero su problema, reconocido y confesado por él mismo, era su pasión por la vida nocturna. Por eso iba directo de los boliches a la cancha donde le tocaba jugar. Hasta que su cuerpo no aguantó más y tuvo que abandonar. Alguien le dijo que tenía condiciones para árbitro y arrancó otra carrera.

Guillermo Nimo tuvo un paso polémico por el arbitraje

Entonces se inscribió en la Escuela de Árbitros de la Asociación del Fútbol Argentino y le fue tan bien que en unos pocos años alcanzó la categoría de internacional. Sus ingresos al campo de juego resultaban inolvidables porque siempre entraba último porque se consideraba el plato fuerte del partido en cuestión. Y entonces, como se sentía poderoso, caminaba erguido dando pasos firmes relojeando cada tribuna y haciendo girar en el dedo índice de su mano derecha el silbato que colgaba de un largo cordón.

Histriónico como nadie, le iba bárbaro, hasta que dirigió el famoso y siempre recordado partido disputado en el estadio de San Lorenzo entre Vélez y River el 22 de diciembre de 1968, como parte del triangular que también jugó Racing para definir el Torneo Nacional. Los de la banda roja habían vencido a la Academia y si ganaban eran campeones y cortaban una racha de diez años sin coronarse, que finalmente terminarían siendo dieciocho hasta lograrlo en 1975.

Transcurrían 82 minutos del encuentro cuando Zottola, defensor de los de Liniers, no pudo despejar la pelota ensayando una chilena dentro de su propia área. La situación fue aprovechada por Recio, mediocampista “millonario”, que cabeceó hacia el arco, superó al arquero Marín, y entonces Gallo voló con el brazo izquierdo extendido y con su mano evitó que el balón ingresara en el arco. La jugada continuó y Nimo cobró lo que sucedió después: una falta del Chamaco Rodríguez al golero velezano. En paralelo, el juez de línea parecía haber advertido lo que había ocurrido, pero nadie lo escuchó. Por lo tanto, lo que siguió fueron innumerables protestas. El partido continuó, pero Guillermo ante el clima áspero que predominaba hasta lo terminó antes de que se cumpliera el minuto 90. En el encuentro siguiente Vélez venció a Racing 4 a 2 y fue campeón por primera vez en su historia.

Si bien no fue el último partido que dirigió, semejante error marcó un punto de inflexión en su carrera. Continuó como referí un tiempo más, pero luego renunció a su cargo tras argumentar problemas con el sindicato de árbitros y asegurando que fue una decisión personal y no una expulsión, pese a que supo reconocer que la situación provocada por esa siempre recordada jugada incidió para tomar la resolución de dejar la actividad.

El día que desembarcó en la TV

Siempre se vanagloriaba de que no era periodista, sino crítico, lo que para él era un rango superior. En ese rol llegó a ser figura trascendente en el ciclo La noche del domingo de Gerardo Sofovich, además su amigo y consejero, como él lo consideraba al igual que a “El Negro” Carlos Ávila, creador de la empresa Torneos y Competencias, a quienes Guillermo catalogaba como “dos genios”.

Luego se sumó al panel de Polémica en el fútbol, otro programa muy popular, y en un determinado momento fue tentado para hacer cine y se atrevió a sumarse a películas como Gran Valor con Juan Carlos Calabró, y Esa maldita costilla, que compartió con estrellas de la talla de Susana Giménez, Luis Brandoni, Betiana Blum y Guillermo Francella. En tevé también hizo participaciones en Botineras, aquella telenovela policial que se emitió por Telefe.

Y así le llegó la oportunidad sobre las tablas con Polémica en el Teatro, donde compartió cartel junto con José Marrone, Gogó Rojo, Osvaldo Pacheco, Carmen Barbieri y Edda Díaz. Con “Pepitito” también hizo El Revistón, del que formaron parte figuras como Carmen Barbieri, Mario Sapag, Adriana Aguirre y Edda Díaz. Hasta que el sketch que hacía Luisa Albinoni en La Peluquería se convirtió en la obra que se llamó ¡Hola mami, hola señor!, donde trabajó con ella, Rolo Puente, María Rosa Fugazot, Santiago Bal y Adriana Brodsky.

Su ciclo de radio Nimo no perdona, por Radio La Red y Cooperativa, también fue un éxito que se mantuvo por más de una década. Y un párrafo aparte por lo extravagante fue el video que filmó para el tema “La Guitarra” convocado por Los Auténticos Decadentes.

Un adiós repentino y un deseo cumplido post mortem

Su vida privada siempre fue un misterio hasta que Susana Giménez en 2007 se enteró de que se había casado con María, una joven treinta años menor que él y lo invitó a su living. Nimo se terminó separando de ella en 2010.

El abogado Guillermo Patricio Guglielmetti (de saco azul), Julio El Ahmed  (campera verde) y Fabián Acosta (campera gris), en el homenaje a Guillermo Nimo, a diez años de su muerte

El 11 de enero de 2013 sufrió una descompensación y fue trasladado de urgencia al Sanatorio Otamendi donde le hicieron una angioplastia. Sin embargo, falleció al otro día y fue sepultado en el Cementerio de la Chacarita.

Diez años más tarde, sus restos fueron cremados y luego esparcidos en uno de sus lugares favoritos y donde era habitué. Así tituló el portal deturfunpoco.com la noticia: “Guillermo Nimo, a 10 años de su muerte, ya vive en Palermo”. Y la periodista Constanza Pulgar escribió el 4 de abril de 2023: “Un martes nublado, silencioso pero lleno de afecto y recuerdos, se vivió este mediodía en la Villa Hípica de Palermo. Justo en el cruce de la recta y el codo se reunieron el doctor Guillermo Patricio Guglielmetti, Julio El Ahmed y Fabián Acosta a homenajear y despedir las cenizas del memorable Guillermo Nimo, turfman de cepa y de alma. Hoy sus cenizas descansan sobre la rubia arena palermitana, por allá por los 1000 fusionándose con lo que más amaba. A continuación comparto el informe que nos hizo llegar su amigo y abogado”.

El texto en el que Guglielmetti despedía a su fiel ladero y compinche rezaba: “Hace 10 años falleció el ex árbitro Guillermo Nimo, a los 80 años, en la ciudad de Buenos Aires. El 12 de enero de 2023 se cumplió una década de su fallecimiento. Sus restos descansaban en el Cementerio de la Chacarita donde recientemente fueron cremados por quien fuera su conviviente Gladys Hernández y uno de sus fieles amigos, Julio El Ahmed -con la autorización de su único hijo Guillermo Daniel, residente desde hace décadas en los Estados Unidos-. Le gustaba llamarse ‘opinólogo’ en lugar de periodista. Sus estridencias se notaban, incluso, en la forma de vestir: solía apelar a anteojos grandilocuentes, anillos y su clásica boquilla. Árbitro pero, sobre todo, showman, jamás pasó inadvertido. Nunca. Tenía un estilo inconfundible. Su otra pasión, el turf, lo mantuvo latente hasta días antes de dejarnos. Y esa actividad y amor por el turf siempre la desarrolló en el Hipódromo de Palermo, donde compartía con numerosos amigos que hoy lo recuerdan. Su última incursión televisiva había sido a principios de 2012 en el programa El show del fútbol, que conducía Alejandro Fantino donde reflotó su clásica muletilla: ‘¡Por lo menos así lo veo yo!’”.

El abogado Guillermo Patricio Guglielmetti  y Julio El Ahmed cumplen la solemne promesa que le hicieron a Nimo

Y la redactora completó así el informe: “Se cierra un ciclo. Había sido su deseo que sus cenizas fueran esparcidas en las arenas palermitanas… Y precisamente en una ceremonia íntima fueron sus amigos, Julio El Ahmed, Roberto Viola, Antonio Carella y Guillermo Guglielmetti, junto a Gladys Hernández quienes se encargaron de cumplirlo. Guillermo Nimo, aquel personaje inolvidable para varias generaciones que sin duda hoy lo recordarán con la simpatía que despertaban sus ocurrentes opiniones mediáticas en torno al futbol y a los pronósticos turfísticos con su inefable asesor Pirincho, ya se encuentra en Palermo”.

​Se definía como crítico, mostraba el lujo con el que se vestía y se dio el gusto de hacer cine con Susana Giménez; la vida de película de Guillermo Nimo, el creador de las frases más emblemáticas del deporte